Todos los momentos que has vivido con alguien, sean buenos o malos, causan en ti sensaciones irrepetibles, que, por mucho que quieras explicar lo que en su momento te hizo vibrar, te resulta imposible.
El hecho de haber vivido y experimentado muchas cosas con alguien supone el mantener contacto con ella, siendo o no contacto real, porque el RECORDAR cada segundo como si lo estuvieses viviendo una y otra vez con lujo de detalles, a pesar de que ya no estás con esa persona llevándolos a cabo...
Es duro acordarte de las experiencias que él te enseñó a vivir por primera vez. Momentos que, ahora mismo, no quieres repetirlos con nadie que no sea él, no porque lo sigas queriendo, sino porque te da miedo no sentir lo mismo que sentiste en esa primera vez de todas las cosas nuevas vividas. Quieres que vuelva a ser como antes.
Recuerdas el primer beso inesperado, la cara que a él se le quedó y cómo te miró. Recuerdas las llantinas que han pasado juntos, lo confortable que era estar entre sus brazos. Recuerdas el calor de su abrigo mientras veían nevar sentados en su coche, la ilusión jamás realizada cumplida por tu príncipe. Recuerdas que apareciese sin avisar para darte un beso y decirte lo mucho que te quería. Recuerdas que te deseaba. Recuerdas que, luego, nada era igual. Pero a la vez era más fuerte. Te deseaba tanto, que te trató como una diosa, la dulzura de sus gestos, la ternura de sus caricias, el cariño de sus besos...
Hoy, son simples recuerdos...